El sabor del anhelo

Las nubes dibujan el cielo de rojo, de rosa, algunas de lila, y otras, tan solo se insinúan a la luna. Los árboles adelgazan dejando caer sus hojas al viento, dejándolas en el olvido. Olor a castañas inundan la calle desde el puesto de aquella anciana que perdura en el tiempo, aquel que pasa y no vuelve atrás. Son recuerdos de mi infancia, recuerdos que cada día hablan a mi corazón vacío por esas personas que ya no están. Y es entonces cuando me doy cuenta de que nunca volveré a verlas, ni a sentirlas, y mis ojos se inundan de lágrimas de ausencia.

Aquella tarde iba de su mano y sentí la dureza de su piel y las cicatrices de los años. Me recogió de clase como cada lunes y me llevó al parque. Pude respirar el mar, el aire, la sensación de libertad. El dulce olor de la amargura anhelada y el sabor de mi deseo se confunde en este recuerdo pero la claridad de sus palabras resuena en mis oídos. Me dijo que todos esos sentimientos los guardara en la cajita de los momentos importantes para cuando los necesitara y con la noche sobre nuestras cabezas nos dirigimos a mi casa. Siempre subía un largo rato, se sentaba en el sofá y esperaba a que mi perro le lamiera la oreja con cara de felicidad. Mi abuelo y mi perro, sentados, mirándose, ignorando que algún día me faltarían. Me recogía del colegio en su bici como cada día y yo desde la ventana lo veía llegar a veces tranquilo, y otras, apurado para llegar a tiempo. Por las tardes me llevaba de paseo como si yo fuera lo único importante de su vida, y esa sensación me hacía feliz. Quería parar el tiempo y no crecer. Poco después la felicidad se fue, la seguridad se escapó y nada volvió a ser igual. Yo seguía mirando por la ventana por si le veía pasar, seguía esperando a que me recogiera, y seguía pensando que volveríamos a pasear por el paseo de las lamentaciones pero nada de eso sería posible. Aprendí a vivir con ausencias, con recuerdos, sin olvidar los momentos felices. Porque ellos son los que te mantienen en pie cada mañana para renovarlos y seguir nuestro rumbo.