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La sombra del difunto

Todo comenzó un día en el que el sol brillaba y la fuerza del viento era tan leve que las nubes apenas se movían. Los pájaros inundaban el parque con sus cánticos, los niños jugaban y reían llenando el recinto de alegría. En el lago algunos conducían hidropedales mientras otros remaban barquitas de madera. Al pasar por el paseo de grandes árboles podía disfrutar de las exhibiciones de los patinadores salteando obstáculos en forma de zig-zag, patinando hacia atrás o simulando pasos de baile. Me senté bajo la sombra del árbol. Puse un pitillo entre mis labios, apagado, como mi ilusión. Recordé las veces que fui a ese mismo árbol. Yo ni siquiera fumo, pero aquel cigarro representaba lo que un día fue mi esposa. Lo encendí y en cierto modo me acerqué a ella. A los cinco minutos estaba mareado, con náuseas. Lo apagué en el barro enterrándolo entre las piedras. Alcé la vista y pude entrever un rayo de sol tras las ramas. Sentí una caricia en la frente. Por un momento creí que era por la luz, pero una presencia se hizo evidente. Lentamente moví mis ojos hacia arriba, pero nada, no había nada. Miré por el rabillo a cada lado, ni un solo corazón palpitaba a mi alrededor. Comprendí entonces que se trataba de mi difunta esposa. En el viento pude oír su voz susurrándome, o quizás en mi mente, solo sé que tenía tantas ganas de volver atrás que pude sentirla allí, sentada a mi lado en la hierba húmeda. La sentí tan cerca que casi pude acariciarle la mano. Recordé su mirada el día que le pedí matrimonio junto a este trozo de roble. Las nubes tapaban el brillo del sol. Me arrodillé y escupí lo que tanto miedo me daba. No estaba seguro de querer hacerlo, pero ella me lo pedía con su mirada, con su sonrisa, con todo su cuerpo. Alrededor todos observaban. Cuando ella dijo el sí derrumbándose en mis brazos, aplaudieron casi al unísono. Con lágrimas y una voz temblorosa me dijo que me haría feliz toda la vida. Pero esa vida ya ha pasado, pasajera, ajena a lo que el destino tenía planeado. Y ese destino fue cruel conmigo arrebatándome lo único que podía salvarme de mí mismo. Mientras oigo su voz en mi memoria puedo sentir que mi final está lejos, y que tan solo me queda esperar con agonía que la muerte me reúna con ella.

2 thoughts on “La sombra del difunto

  1. Me ha guatado mucho, he podido recrear en mi imaginación no solo la situación, también el sentimiento encontrado.

  2. Muchas gracias Susana. Poco a poco voy incluyendo y experimentando con los conocimientos adquiridos en el curso, esta es la última tarea que hice. Si has podido recrear el sentimiento y la situación, ya me doy por satisfecha.

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